Las bestias se amansan con amor. Por eso, la Estancia Santa Ana de Coronel Suárez dicta un curso de Doma sin violencia. "Domar es sinónimo de enseñar. Si se hace por las malas y con violencia, se entra en un camino largo, de una lucha diaria con el potro, donde aumentan las probabilidades de lesiones tanto para el potro como para el domador", explica Martín Ochoteco, el instructor. "Sin violencia y de forma natural estamos trabajando con un animal intacto psíquica y físicamente", dice.
El enfoque es ponerse en el lugar del potro, respetando sus tiempos, teniendo en cuenta su carácter y empleando recursos adecuados para cada animal en particular. Así, la doma se hace como entre amigos, de una manera tranquila, dejando pasar el tiempo necesario para que el caballo entre en confianza y se acerque sin miedo.
El domador es un maestro suave y paciente. "Trabaja con pocos caballos a la vez, con el fin de conocerlos mejor y saber qué necesita cada uno. Les va exigiendo progresivamente. Los agarra muy a menudo pero sin cansarlos, y se adapta a sus tiempos. Así, en alrededor de una semana, un potro que no sabía nada aprende a levantar las patas, andar al paso, al trote y al galope, hace ochos y redondillas, cambia de mano y frena correctamente. Así, el caballo pierde el miedo al movimiento del taco y al ruido de la bocha si va a ser para polo. Pierde el miedo a las vallas si va a ser para salto y entra tranquilo a las gateras si se va a destinar a las carreras", dice Ochoteco. Los caballos corrigen mañas. Aprenden pruebas. Responden al mando de la voz. Se dejan montar sin freno. El amor obra maravillas.
El curso dura tres días, del viernes 13 al domingo 15, con alojamiento en la misma estancia o en carpa.
John Singleton Copley - Mrs. Theodore Atkinson Jr. (Frances Deering Wentworth) [detail](1765)
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