lunes, 27 de abril de 2009

Robot sin cabeza

Cuerpo como lugar de la memoria.
Cuerpo que entrama una realidad orgánica con un doble imaginario: individual y social.
Cuerpo, como símbolo de que se vale una sociedad para hablar de sus fantasmas. Relación diálectica entre un mundo interno y un mundo externo.

Que interpretamos los bailarines como mundo externo???
Personas en Loop. Dinámica de lo común, la muestra de LAM de este jueves, es un intento, no tanto de respuesta, como de volver a plantear la pregunta.
Es necesario que pensemos también a la danza al aire libre, saltando entre los relatos de mi abuela y mi hija, escalando, escuchando la radio, pelando las papas. El cuerpo piensa con muchos sentidos. Por eso este texto de Alexander Kluge, de El hueco que deja el diablo:
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ROBOT SIN CABEZA

Años enteros pasó el doctor Alan Brooks, del Artificial Life Laboratory del MIT (Massachusetts), sin progresar ni un ápice. Los minirrobots con los que experimentaba eran un encargo del Pentágono. Su función: retirar obstáculos de la superficie de Marte o de la Luna y escalar paredes a pico. Se movían con una lentitud tal, reflexionaban tanto, y to­mándose siempre muchísimo tiempo, sobre los pasos dados previamente, que no eran utilizables en cuerpos celestes des­conocidos.
Si se analizaba la escalada o el trabajo de desescombro en segmentos estadísticos, el 70 % del tiempo de trabajo era pura «reflexión». De ahí que Brooks decidiese quitar el órgano previsto para esos controles retrospectivos, a saber, lo que en un robot puede denominarse CABEZA, algo que, en los suyos, no era sino una gaveta colocada en la parte inferior del ve­hículo. Sin esa «cabeza», los brazos articulados, la motricidad, la relación táctil con el mundo exterior, empezaron a reaccio­nar directamente. Dudo, dijo Brooks, que un insecto desa­rrollado, una libélula, por ejemplo, capte o dirija la gran can­tidad de informaciones (humedad, altura del sol, superficie del agua, presa, obstáculos, cambios de velocidad) por medio de un órgano central. Si buscamos el mando, lo encontrare­mos en los comienzos, cuando, hace millones de años, surgió una especie como ésa. Allí, en esa distancia temporal, está la «cabeza». Pero ahora todo son reacciones espontáneas. Por separado, y espontáneamente, los sentidos y los elementos se tocan. Un proyectil anárquico que se deja ver, sobre los es­tanques, desde hace millones de años.
En cuanto les quité la cabeza, informa Brooks, el robot empezó a moverse a más velocidad. Desarrolló una relación sensorial con los obstáculos. Antes de que termine esta sema­na estaremos en condiciones de presentar el aparato.
- Dice usted aparato, pero habla de él como si de un ser vivo se tratase.
- Es un ser vivo.
- ¿En qué se reconoce un ser vivo?
- En la espontaneidad, en la inmediatez.
- ¿No en el autocontrol?
- Únicamente si es espontáneo.

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